—Hey, Rob. —Blake entró en el pequeño apartamento que Robert y sus niñas tenían. Había venido para contarle a Rob sobre sus planes.
—Has vuelto. Eso fue más rápido de lo esperado —Rob sonrió mientras echaba un vistazo a sus dos hijas, quienes asomaban sus cabezas por la puerta de la habitación para echar un vistazo a Blake—. ¿Seguro que no las quieres?
—¡Papá! —gritó Erica antes de retirarse rápidamente a la habitación. Rob soltó una risa antes de hacer sentar a Blake—. ¿Qué te trae por aquí?
—Aunque tal vez lo hayas intuido, la era de la magia está a punto de comenzar. El rugido que escuchaste fue la señal de eso. Pero antes de que la inundación de mana llegue aquí, quiero ayudar a que tú y tus hijas evolucionen. De esta forma, se puede hacer de manera que haya una mayor probabilidad de supervivencia —Blake explicó.
—No te preocupes por mí. Solo con mis hijas basta —dijo Rob. Él sentía que no había necesidad de preocuparse por un hombre mayor como él.