—¡Ah! —Julie se sobresaltó por las acciones de Aethelwolf y sin querer dejó escapar un grito agudo. Intentó zafarse de su agarre, pero sus fuertes brazos no le permitieron liberarse de su abrazo así que solo pudo apoyar su cabeza en su pecho. De repente, vio a Samira mirándola con sorna desde un costado, lo que hizo que sus mejillas se enrojecieran de vergüenza. Por eso, miró hacia otro lado y cerró los ojos. El constante latir del corazón de Aethelwolf la hizo sentir extrañamente tranquila.
—Lo siento. En ese entonces, me daba miedo dar un paso adelante y pensé que eventualmente me olvidarías —murmuró Aethelwolf.
Julie levantó la cabeza y lo miró fijamente mientras respondía:
—Ninguna mujer sería capaz de olvidarte...
Aethelwolf se quedó atónito ante sus palabras.