Alec Ward estaba rodeado de enemigos por todos lados, pero no mostraba miedo. Tenía una mirada malévola en su rostro mientras sujetaba su espada firmemente.
Como un loco desquiciado, Alec blandía su espada hacia los enemigos, sin importarle las heridas en su cuerpo. Ni siquiera se molestaba en defenderse, lo que le valió más cortes de espada.
—¡Joven Maestro, tenga cuidado! —gritaron sus sirvientes cuando notaron que un Esper de Nivel 3 se abalanzaba hacia Alec.
—¡Joven Maestro, detrás de usted! ¡Escápese rápido!
Sus advertencias cayeron en oídos sordos mientras Alec seguía ondeando su espada.
Un soldado calvo sonrió burlonamente mientras cortaba con su espada a Alec. —¡Muere, idiota! —gritó.
Alec sintió escalofríos por todo su cuerpo e instintivamente esquivó hacia un lado. Sin embargo, la espada del enemigo logró cortar uno de sus brazos, ¡enviándolo volando por el aire!