—No es de extrañar que no dejaran entrar nuestra carroza, así que es por esto —Aethelwolf murmuró mientras miraba el densamente poblado campo del ejército. Había todo tipo de cajas llenas de armas, armaduras y otro equipo esparcido por todo el campamento. Deben estar planeando practicar con los nuevos artículos para que los soldados se acostumbren a ellos.
De repente, Aethelwolf vio un rostro familiar acercándose a ellos. Era el Barón quien venía con un grupo de Comandantes de la Legión. Ramiel también estaba entre ellos.
—Sir Aethelwolf, me notificaron de su llegada e inmediatamente vinimos a verle —el Barón estrechó la mano con Aethelwolf.
—Es un placer verle nuevamente, Sir Barón. Parece que está de buen humor —Aethelwolf sonrió. Luego dirigió su mirada a Ramiel y asintió con la cabeza hacia él.
—¡Tío Ramiel! —Olivia saludó con entusiasmo a Ramiel, haciendo que este último sonriera de oreja a oreja.
Todos tenían sonrisas en sus caras mientras miraban a la pequeña emocionada.