—Helia, ¿no dijiste que querías acompañar a Padre en el desayuno de ahora en adelante para que no te unieras a nosotros? Entonces, ¿por qué estabas desayunando sola? —preguntó Lia con ojos inquisitivos y la miró con sospecha.
—Eso... —Helia se quedó sin palabras ya que no podía pensar en una excusa.
—Quizás sea tímida para comer con nosotros y no quiere molestarnos, pareja de recién casados, ya sabes. Qué cuñada tan considerada tengo —rió alabó a la leona ya que había dejado de lado su actitud fría alrededor de Lia.
«Ah... odio tanto a este chico molesto...»
Helia estaba maldiciendo a Rio en sus pensamientos e incluso lo golpeó unas cuantas veces, pero no podía mostrarlo en su cara.
—Pero Helia necesita acostumbrarse ya que me pidió en la infancia thawwttt... —Lia fue interrumpida cuando Helia puso sus manos para sellar su boca y no dejar que la belleza de cabellos blancos revelara los secretos prohibidos.