—Ha convocado a las bestias cercanas. Todas se están dirigiendo a este lugar. Necesitas moverte lo antes posible —ella lo instó en un tono serio sin ningún atisbo de preocupación en su hermoso rostro.
Él escuchó su advertencia, pero sus ojos se abrieron al ver lo que emergió detrás de la nube de polvo.
Una manada de bestias carmesí avanzaba hacia la pareja, destruyendo arbustos y árboles en su camino.
La piel roja cubría el cuerpo similar al de una rata, que tenía 160 centímetros de altura. Su larga y gruesa cola tenía tonos amarillos.
Había tres tamaños diferentes de bestias en la manada, pero las diferencias solo se podían distinguir por el grosor y la longitud de sus colas, como si estuviesen mostrando su superioridad entre ellas.
Sus pies temblaban y un sudor frío le recorría la espina dorsal al ver tantas horrendas bestias corriendo hacia él. Pero sus ojos amarillos mostraban una renuencia y un horror en ellos.