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Al entrar en la aldea, fueron recibidos por una fila de personas bloqueando su camino. Miradas cautelosas se dirigieron hacia Grace, y era evidente que su presencia no era bienvenida. Los aldeanos susurraban entre sí, evidenciando su descontento.
La cara de Leo se tornó grave en cuanto se percató de la presencia de un hombre de mediana edad y calvo que estaba entre los aldeanos. La severa mirada del hombre estaba fija en ellos, sus ojos se estrechaban en señal de desaprobación.
—¿Por qué viajas con esa chica? —exigió el hombre, su voz llena de desprecio.
La expresión de Leo se endureció, aunque una pizca de vulnerabilidad brilló en sus ojos. —Porque ella es mi amiga... una amiga con la que quiero estar por el resto de mi vida —respondió con firmeza. Él nunca esperó encontrar a su padre aquí. Cuando recibió la carta para volver a casa, la ignoró, pensando que querían que se casara con la hija de sus amigos.