—¿Cómo haces para manejar tantas chicas a la vez? —preguntó Leo, riendo. —¡Tengo dificultades solo con una!
Su risa se cortó cuando sintió un pellizco agudo cerca de su estómago. Era Gracia, quien le lanzó una mirada juguetona pero severa.
—Solo tienes que arreglártelas cuando no tienes otras opciones —respondió Rio sarcásticamente. Mientras hablaba, sintió una ola de miradas frías viniendo de múltiples direcciones pero mantuvo la compostura.
Al oír la respuesta, Leo estalló en risas. Rio no se atrevió a mirar atrás a sus mujeres, que ya planeaban darle una lección más tarde.
Por otro lado, Gracia lo miraba con emociones complicadas, esforzándose por recordar dónde lo había visto antes.