Río notó cómo el valor instantáneo que había acumulado dentro de ella hace apenas unos momentos se hizo añicos mientras él miraba a sus ojos. Le pareció adorable cómo ella apartaba la vista, claramente turbada por el cruce de miradas. Estaban sentados uno al lado del otro en el mismo sofá, así que él estaba muy cerca.
El chico se divertía ante su nerviosismo mientras hablaba—Porque te veo como una valiente guerrera que me entrenó en el pasado, verte hacer algo tan doméstico es una sorpresa agradable. Tu futuro esposo será un hombre afortunado.
—No me voy a casar con otro hombre —replicó Helia, girándose para mirarle a los ojos con una mirada feroz.
Ella había convocado todo el valor que pudo ante tales palabras amargas. Río le había dicho esto, ¿cómo podía pensar siquiera que ella se casaría con alguien más después de lo que había pasado entre ellos? Se preguntaba por qué este chico era tan despistado.
Con un brillo misterioso en sus ojos, Río preguntó—¿Por qué no?
