El feroz enfrentamiento entre ellos continuó y, con cada momento que pasaba, cobraba su precio en el maltratado cuerpo de Rio. A medida que sus lesiones se acumulaban, su fuerza menguaba y sus movimientos se volvían más lentos. A pesar de esto, su obstinado corazón para salvar a Layla permanecía inalterable y sus ojos ardían con una resolución inquebrantable.
Al percibir la menguante energía de Rio, el anciano intensificó sus esfuerzos. Sus ataques se volvieron más feroces, con la intención de aplastar el espíritu de Rio de una vez por todas. Sin embargo, Rio recibió cada golpe de frente, rechazando ceder al dolor.
*¡Clang!* *¡Clang!* *¡Clang!* *¡Clang!*
El intenso duelo persistió, el sonido de las espadas chocando resonando en el aire como una sinfonía de destrucción. Los espectadores observaban en silencio atónito, cautivados por la voluntad inquebrantable de Rio.