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Al tragar la fruta, Rio sintió una sensación escalofriante extendiéndose por todo su cuerpo, haciéndole temblar como si estuviera siendo encerrado en hielo.
La sensación se disipó lentamente, y comenzó a sentir una energía cálida y reconfortante llenándolo. Sus ojos tomaron un tono dorado, y un aura dorada lo envolvió, emanando la misma energía calmante que había sentido antes.
Simultáneamente, una poderosa oleada de energía espiritual irradió del cuerpo de Rio, inundando el área circundante con su aura intensa. La energía era tan potente que incluso Eve, sentada a su lado, podía sentir sus efectos calmantes, potenciando su propia energía espiritual hacia la cima del Reino Celestial.
El cuerpo de Rio logró digerir y absorber la mayor parte de la energía liberada por la fruta, pero aún había restos de ella que se filtraban, beneficiando a Eve y ayudando su progreso hacia el nivel más alto del Reino Celestial.