Las respuestas a todas las preguntas de todos pronto se revelaron.
De repente, una voz resonó por toda la arena de batalla:
—¡Rompedor del Mundo!
A medida que estas poderosas palabras retumbaban, la atmósfera dentro del estadio se transformaba.
Los peñascos esparcidos por el laberinto comenzaron a emitir un brillo siniestro, sus superficies pulsando con energía sobrenatural a medida que empezaban a vibrar. La luminiscencia proyectaba extrañas sombras danzantes sobre el campo de batalla, otorgando a la escena una cualidad casi surrealista.
Tanto Rio como la audiencia que veía la transmisión en directo podían sentir que algo aterrador estaba a punto de ocurrir, intuyendo la inminente destrucción que estaba por desplegarse.