Mientras la chica lo observaba vencer sin esfuerzo a su hidra empleando su antigua técnica de combate del León, no podía eliminar la sensación de que sería derrotada si no utilizaba su movimiento más poderoso.
—Debo hacer esto —suspiró Lily y juntó sus manos, preparándose para desatar a su dragón de hielo. Sabía que esta era la clave para asegurar su victoria.
La criatura masiva, de veinticinco metros de largo, avanzó hacia adelante, un aullido temible desgarraba el aire mientras se dirigía hacia Río.
Se sentía mal por el chico, pues sabía que el inmenso poder de su técnica de combate podría herirlo gravemente. Pero en el fondo, entendía que no tenía elección; tenía que ganar esta batalla, incluso si eso significaba desafiar a su propia madre y herir a Río.
A medida que el colosal dragón se precipitaba hacia el chico, captó un vistazo de la pequeña esfera azul en su mano.