Jadeante y magullado por el asalto anterior, los ojos de Rio se fijaron en los Torbellino Tempestades que se acercaban. Sabía que si no actuaba rápido, sería abrumado por su fuerza destructiva.
A pesar de su agotamiento, convocó los últimos restos de su energía para evadir los vórtices de remolino entrantes que amenazaban con engullirlo.
En un abrir y cerrar de ojos, toda la forma de Rio se envolvió en un trueno azul chispeante. La energía que lo rodeaba parecía electrificar el mismo aire, haciendo que los pelos de los espectadores se erizaran. El zumbido del trueno era casi ensordecedor, sumando a la intensidad del momento.
Justo cuando los vórtices se cerraban, él desapareció de su posición anterior, dejando solo un eco persistente de su presencia acompañado por el sonido chapoteante de los vórtices de agua.