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Pequeña Eve sollozaba incontrolablemente mientras las escenas horribles se desplegaban ante sus ojos.
A su alrededor, numerosos espíritus se materializaban, atormentándola y echando la culpa sobre sus frágiles hombros. Los espíritus acusadores parecían amplificar su culpa por ser la única sobreviviente, mientras que tantos otros habían perecido.
—Eres inútil —siseó un espíritu élfico, su dedo fantasmal apuntado acusadoramente hacia la joven.
—¿Por qué estás viva cuando todos los demás se han ido? —otro espíritu se burló, sus ojos espectrales llenos de amargura y tristeza.
—Llevas el peso de nuestras muertes —lamentó un tercer espíritu, su voz llena de lamento resonando en el aire.
Rio notó a la verdadera Eve, de pie a su lado, derramando lágrimas y lamentándose al ver a su yo más joven en tal angustia.