Él salió del reino del bosque maravilloso y comenzó su viaje hacia la ubicación que Eve había mencionado, donde el portal permanecía oculto.
Sus pasos eran cautelosos ya que no podía permitirse ser descuidado mientras vagaba por el peligroso reino de la muerte.
A medida que los días se arrastraban, Rio andaba con cautela, viajando a través del paisaje en constante cambio que se cernía con vistas misteriosas que potencialmente podrían amenazarlo.
Con Eve a su lado, él logró evitar estos peligros y continuar en su viaje. Finalmente, al tercer día, cuando el sol comenzaba a descender en el horizonte, el destino del muchacho se vislumbró a la vista.
Una hipnotizante cascada dorada caía ante él, sus aguas resplandecientes ocultaban el portal a los ojos inexpertos.
Rio se acercó, sintiendo un estallido de emoción recorrer su ser. Con una respiración profunda, entró en el portal, dejando atrás el paisaje del reino de la muerte.