La audiencia estaba al borde de sus asientos, esperando ansiosamente el inicio de la batalla. El aire estaba cargado de anticipación, y la emoción, con suspense, parpadeaba en cada respiración. Estaba claro que algo verdaderamente extraordinario estaba a punto de suceder.
Río y Lex estaban en extremos opuestos de la arena, a veinte metros de distancia uno del otro, sus miradas bloqueadas en una feroz batalla de voluntades.
El árbitro se posicionó en el centro, listo para señalar el comienzo del combate.
Lex Magnus tenía sus ojos fijos en la figura de su oponente, una mueca de desprecio se extendía por su rostro.
—Vaya, vaya, vaya... parece que los muertos realmente pueden volver a la vida. Pero seamos realistas, este tipo no es más que una cucaracha. Seré compasivo con él por el bien de Lady Aliyah, pero no puedo prometer que no me divertiré con él —murmuraba para sí mismo.