El corazón de Helia latía con una excitación nerviosa mientras la mano de Rio reposaba con confianza en su cintura. Su corazón se aceleraba al mirar en sus ojos verdes como el mar, confundida por los sentimientos contradictorios que tenía por él.
Una vez, lo había odiado por ser humano. Pero ahora, después de experimentar su cuidado desinteresado hacia ella, se encontró inexplicablemente atraída hacia él, su corazón ansiaba algo que no podía entender del todo.
Mientras comenzaban a moverse al ritmo de la música, Helia hacía lo posible por ocultar su nerviosismo, pero no podía evitar sentirse tímida en los brazos de Rio. Nunca había sido una bailarina segura de sí misma, pero con Rio guiándola, se sentía como si flotara en el aire.
Al girar por la pista de baile, la mente de Helia corría con un millón de pensamientos.
—¿Alguna vez le gustaré? —se preguntaba.
—¿Qué debo hacer para obtener su perdón? —se cuestionaba.
—¿Por qué mi corazón late tan rápido? —pensaba confundida.