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La bestia aligátor risueña estaba completamente intoxicada por el efecto de este gas y parecía estar en un estado de pura alegría y felicidad.
—Es tan lindo... —Nyla no pudo evitar sonreír al verlo, ya que empezó a encontrar adorable a esta bestia, observando sus acciones.
—No dirías lo mismo si te encuentras con esta bestia de día. Prepárate para matarla antes de que vuelva a entrar en el agua —Helia la sacó de su cuento de hadas al decirle.
Pronto, notaron más aligátores risueños saliendo del lago que estaba lejos de este. Esos animales viajaron por una docena de metros lejos de la poza de agua antes de actuar de la misma manera, como si hubieran escuchado un chiste hilarante y empezaran a rodar sobre sus espaldas con caras sonrientes.
—Nyla, tomaremos uno cada una —dijo Rio con voz tranquila, mientras dejaba al primer aligátor risueño para su amada esposa y se dirigía hacia otro en la distancia.
