La Santa abrió sus ojos mientras su voz resonaba por toda la antigua tumba —Muchacho, te declaro como el Maestro de este tesoro que solo puede ser equipado por alguien que no deje que la codicia se apodere de su corazón. Has demostrado ser un heredero digno del Anillo del Trébol Exaltado. Serás capaz de compartir este tesoro con las personas que aprecias, incluyendo a estas dos adorables niñas que están justo a tu lado. Que vuestro lazo nunca flaqueé, y que uses su poder con sabiduría.
Mientras ella hablaba, sus manos que resplandecían con una suave luz blanca se movían hacia el anillo en el altar que también empezó a iluminarse mientras se elevaba en el aire, flotando por un momento antes de moverse en dirección de Rio.
El niño permanecía quieto, sus ojos tenían un atisbo de sorpresa mientras el anillo se le acercaba lentamente. Cuando finalmente llegó a él, el anillo aterrizó en su palma y la frialdad del tesoro se podía sentir contra su piel.