Mientras la belleza de cabello magenta se acercaba al agua de manantial para saciar su sed, una voz resonó detrás de ella que la hizo detenerse en seco —Espera.
Nyla se volvió a mirar a Rio con desconcierto y no entendió por qué él la detendría. Sus curiosos ojos le preguntaban al chico —¿por qué?.
—No podemos estar seguros de que el agua aquí sea segura para beber. Déjame comprobarlo primero —respondió él con una voz tranquila.
—Ahh... —Nyla se dio cuenta de su error mientras daba unos pasos atrás desde la piscina.
Al ver que habían llegado a un lugar donde descansarían, Helia pensó que era mejor bajar de su cómodo viaje y liberarlo de su cuerpo apestoso.
—¿Puedes bajarme ahora? —preguntó la leona, su voz tenía un toque de timidez. No se resistió como la última vez.
—Está bien —se inclinó sobre sus rodillas y la ayudó cuidadosamente a bajar al suelo mientras se sentaba a la sombra de las palmeras.