—Entonces sé una buena chica, y no te quejes —rió habló mientras se arrodillaba, con la espalda hacia ella mientras palmoteaba su hombro para que ella subiera.
Helia abrió la boca para protestar, pero las palabras murieron en sus labios. La belleza de cabello rubio sabía que no estaba en condiciones de caminar, pero tampoco quería aceptar su ayuda.
Ella miró a Nyla, quien con su mirada le indicó que estaba bien y que no dudara, esto la animó a tomar la ayuda que Rio le ofrecía.
Helia movió sus manos para rodear su cuello mientras Rio tomaba sus piernas con ternura para enrollarlas alrededor de su cintura.
Él se levantó del suelo, enderezando sus rodillas mientras el chico cargaba a la chica en una postura a caballito para darle un paseo cómodo por el abrasador desierto.
Esta vez fue mejor que antes, ya que no tenía que cargarla en frente usando ambos brazos, lo cual era más molesto y consumía mucha resistencia.