El coche se detuvo justo frente a la villa cuando llegaron a casa de Nyla.
La chica prácticamente saltó del coche emocionada mientras iba a abrir la puerta para Rio y tomó su mano para guiarlo fuera del coche.
Rio tenía una sonrisa débil en su rostro al ver lo ansiosa que estaba.
—No estés nervioso, a la abuela le vas a encantar —dijo Nyla con una sonrisa.
—No estoy nervioso, pero da igual —Rio asintió ya que no la interrumpió.
Se dirigieron hacia la puerta naranja de madera y la chica tocó el timbre mientras esperaba ansiosamente a que alguien la abriera.
Una chica de unos veintitantos años abrió la puerta, llevaba puesto el uniforme de sirvienta mientras se inclinaba y decía cortésmente:
—Bienvenida de nuevo, jovencita...
Nyla asintió mientras llevaba a Rio al gran vestíbulo de la villa, agarrando su mano firmemente mientras lo llevaba adentro. Los techos altos y los pisos de mármol blanco fueron lo primero que vio.
Mientras caminaban por el salón, Rio murmuró: