Él gentilmente apartó a Nyla hacia otro lado de la almohada y dobló sus piernas para que no tocasen la cabeza de la Leona que más tarde podría morderle por esto.
Cerró sus ojos para relajarse mientras su esposa dormía usando su pecho como almohada.
Pronto, la primera en despertarse fue Lia, cuyos ojos parpadearon al abrirse encontrándose en un cálido abrazo.
La belleza de cabello blanco miró hacia arriba y se dio cuenta de que había dormido sobre su hombre que recientemente se había curado de sus heridas.
—Ah... lo siento... no me di cuenta de cuándo me quedé dormida —se disculpó sinceramente y se preparó para levantarse, pero una mano se enroscó alrededor de su curvilínea cintura y no la dejó ir de su confinamiento.
—Quedémonos así —rio le susurró mientras se relajaban en el abrazo del otro.
El chico de cabello carmesí disfrutaba de su aroma rosado y su cuerpo suave mientras las aves del amor no se levantaban.