William estaba tan cerca del corazón de esa torre, pero ahora estaba lejos, muy lejos de ella. O eso era lo que él pensaba.
—¿Dónde estás?
Justo antes de que encontrara alguna pista sobre dónde estaba, incluso antes de que sacara el mapa que tenía, de repente algo destelló frente a él. Una almohada de humo apareció, con el vago rostro de alguien, alguien a quien reconoció instantáneamente en el momento en que lo vio.
—¡Pereza! ¿Dónde estás? ¿Están todos bien? —William lo bombardeó instantáneamente con toneladas de preguntas, y las respuestas que obtuvo le volaron la mente.
—Todavía estamos en esa zona, o lo que era antes de que se transformara en un lugar tan lujoso lleno de vida, plagado de belleza y esperanza...
Pereza habló, habló en sucesión, con cada frase que decía venía con un nuevo humo que se elevaba a unos metros de distancia de William. Este último escuchó una historia que era tan difícil de creer que fuera cierta.
