El trabajo que miles de maestros estaban colaborando juntos para hacer, fue hecho por él. Darse cuenta de esto hizo que sus ojos se volvieran agrios, con venas rojas apareciendo en ellos mientras resistía las ganas de llorar.
Ella estaba feliz, pero al mismo tiempo se sentía mal por él. Sus lágrimas habrían caído si solo estuviera con él, si estuviera sola, no rodeada de toda esta gente.
Mientras él seguía tranquilizándola con su voz, ella transmitía parte de lo que él decía a los demás. El pensamiento de que se estaba acercando más a ellos impulsaba más adrenalina en sus cuerpos, haciéndolos esforzarse más, mostrando un rendimiento que ninguno de ellos pensó que podían hacer antes.
