William siguió escribiendo durante largas horas y, después de todo un día, terminó de escribir cientos de pergaminos. Estos eran las copias de los pergaminos que leyó en la biblioteca.
—Hmm... Nada tiene relación con el otro... ¡Maldición! —Después de hacer todo esto, terminó con pergaminos que no hablaban del mismo tema. Esperaba encontrar algunos pergaminos conectados entre sí, pero no lo hizo.
—Al menos almacené lo que leí... —guardó todos los pergaminos dentro de un anillo, lo selló con unos pequeños arreglos que grabó sus símbolos utilizando técnicas de encriptación de poder espiritual. Luego estiró los brazos, sintiéndose mortalmente cansado, fue a la cama y tomó una larga siesta.
Durmió medio día. Durante este tiempo, las dos chicas discutían muchas cosas afuera. Tenían curiosidad por lo que William había leído, qué estaba haciendo dentro de su habitación.