—Llenaremos la trinchera con eso —el rostro de Guillermo se volvió frío—, los maestros de tierra excavarán la trinchera, los maestros de agua la llenarán con agua, luego los maestros de viento moverán los barriles y los dejarán caer en el agua.
—¿Así de sencillo? —Zin sentía que esto era tan simple como Guillermo lo hacía parecer.
—Necesitaremos un maestro especial —Guillermo miró a Zin antes de agregar—, uno que pueda convertir el líquido en humo.
—Hmm... No puedo decir que tengamos a alguien así, pero...
—Puedes preguntar a tu alrededor —Guillermo se encogió de hombros—, si no encuentras a nadie, entonces los maestros con elementos y técnicas de hielo pueden funcionar bien.
Guillermo quería envenenar agua, antes de convertir esta agua en humo, para dejar que la sustancia se infiltrara fácilmente en los cuerpos de los sabuesos. Sin embargo, si eso fallaba, entonces convertirla en hielo era la siguiente mejor opción.