A diferencia de lo que William esperaba, Tomás le dio una respuesta tan extraña.
Pero aún no estaba listo para rendirse.
—¿Cómo es eso?
—Me pedirás que vea a través del pasado de cualquier cosa, su relación con cualquier persona o cosa. Me pedirás que cargue cosas, te sirva y entregue cosas y órdenes por todas partes, incluso luchar a tu lado —dijo Tomás como si esta fuera su vida normal desde que nació—, para mí es todo lo mismo, y estoy listo para hacer cualquiera de esas cosas.
—Claro, te voy a pedir que hagas cosas por mí, luchar por mí —asintió William—, pero primero tendremos una larga charla entre los dos.
—Como el maestro desee.
—¿Ni siquiera tienes curiosidad por saber de qué? —William intentó empujar a este joven a mostrar algún signo de curiosidad o interés, cualquier signo, excepto por su expresión fría y parecida a la de una estatua en su rostro.
Pero Tomás encogió de hombros, sin siquiera importarle pronunciar una sola palabra.