—¡Por supuesto! Odio que me pateen el trasero y huir sin devolver un golpe o dos —se rió Ibra, mientras agitaba su glaive en el aire otra vez.
—Entonces tendrás tu oportunidad... En correr, más de lo que jamás has hecho antes —y cuando Ibra pensó que William iba a estar de acuerdo con sus palabras, sonrió con malicia y dijo esas palabras extrañas.
—¿Qué quieres decir con eso?
—No vamos a luchar de verdad —William giró sus ojos hacia la distancia, donde estaba ese escudo brillante que su equipo había creado—, solo vamos a reunir a esos debiluchos, preparar una fiesta para ese bastardo y esperar que caiga en la trampa.
—Esto... ¡Tsk! ¿Por qué todo lo que haces siempre tiene que ser de una manera problemática? ¿Por qué no hacer las cosas de forma directa y simple? ¿Usar pura fuerza para ganar las batallas? ¿Intentar esto una vez no te hará daño, no te morderá en la cabeza o algo así! —se quejó Ibra.