La mañana llegó relativamente rápido, considerando que la mitad de la noche ya había pasado antes de que él se quedara dormido, pero Alex se despertó sintiéndose renovado.
Al abrir los ojos, con la luz del sol matutina acariciando su mejilla, notó que Kary todavía estaba acostada en la cama, con los ojos abiertos, observando su rostro pacífico en silencio.
—Buenos dí—¡Uf! —Alex comenzó a decir antes de que un puñetazo le golpeara el estómago.
—Eso es por rechazarme ayer —se quejó Kary.
Luego lo besó tiernamente.
—Y eso porque te extrañé tanto… —susurró cuando se separaron sus labios.
Alex le sonrió, la abrazó y besó su frente.
—Yo también te extrañé. Aunque, imagino que fue solo una vez que desperté que comencé a extrañarte. Pero te extrañé de todos modos.
La mantuvo cerca, abrazándola fuertemente durante unos minutos mientras inhalaba el aroma de su cabello, disfrutando del olor floral de su champú, que hacía mucho que no llegaba a sus fosas nasales.