Esperando su muerte, el piloto cerró los ojos y tembló de miedo. Pero la muerte nunca llegó.
No había dolor, ni sangre, ni huesos rotos. Nada.
Al abrir un ojo tentativamente, se dio cuenta de que la criatura aún estaba frente a él, con la boca ampliamente abierta, pero algo no estaba bien.
Estaba temblando en su lugar, casi como si no pudiera avanzar más.
Uno de sus ojos había pasado de ser totalmente negro con un iris rojo vivo a un ojo blanco normal, pero con un brillante iris dorado.
—¡NO! —otra voz trinante salió de su boca, esta más aguda.
La criatura retrocedió de repente, agarrándose la cabeza y chillando.
El piloto sintió algo tirar en su pecho, como si una parte de él se estuviera arrancando. Le dolía como loco; el dolor lo mandó a un shock y perdió el conocimiento.
La criatura chilló varias veces antes de que su cabeza se alejara del avión.
En su visión casi totalmente azul, otro punto rojo había aparecido.