La mente de Alex se quedó en blanco ante las palabras de Geminae.
—¿Me estaría matando a mí mismo? ¿Qué quieres decir? —preguntó, confundido.
Geminae suspiró, frotándose los ojos.
—¿Cuánto tiempo crees que estuviste inconsciente? —le preguntó a Alex.
Alex se tomó un momento para pensar. Pensó en la pila de cadáveres, en la descomposición de esta y en el hedor.
—¿Como una semana? —respondió, con tono incierto.
—Ja. Si tan solo. La situación sería mucho mejor...
—Deja de irte por las ramas, Geminae —Alex gruñó.
—Sí, dale, para que me pueda soltar —añadió el trasgo, esforzándose por hablar con el agarre de Alex.
—Cállate, demonio —le ladró Alex al trasgo.
—Está bien, está bien. Has estado inconsciente durante un mes. Treinta y cuatro días, para ser precisos. Debido a esto, la conexión entre tu cuerpo, alma y nuestras almas se ha vuelto hermética. Ya no hay vuelta atrás. Estamos unidos para siempre.