Genie corría a toda velocidad, trazando su camino desde las afueras del combate directamente hacia el monstruo Jefe de Zona. Phoenix vio el movimiento y se comunicó con Astaroth a través del chat del grupo.
—¿Finalmente despertaste, bella durmiente? Ya era hora. Estaba al borde de mis nervios lidiando con esta cosa. Simplemente no quiere morir. —dijo Phoenix.
—Lo siento. Estaba tratando de encontrar algo que le hiciera más daño. Después de todo, no puedo infligirle daño elemental como tú. —respondió Astaroth.
—Eh, lo que sea. ¿Conseguiste lo que necesitabas? —preguntó Phoenix.
—Mira y verás. —contestó Astaroth.
Astaroth sonrió mientras cerraba la interfaz de mensajes. Genie ya lo llevaba por debajo del gigante Ent, zigzagueando entre las raíces que movían su cuerpo masivo. Algunas raíces intentaban atacarlos, pero la velocidad de ella superaba con creces la de los apéndices, y ni siquiera podían tocar su sombra.
