Astaroth miró a su alrededor, buscando a Geminae, y tan pronto como giró su cabeza hacia la izquierda, allí estaba.
—Estás aquí de nuevo.
Astaroth estaba sorprendido mientras miraba a Geminae. Su apariencia ahora era mucho más parecida a la suya, muchos de los rasgos afeminados habían desaparecido, reemplazados por su única estructura.
La diferencia ahora era mucho menor. El color plata de su cabello, en contraste con el color cenizo del cabello de Astaroth o los iris color diamante, en contraste con los ojos azul zafiro de Astaroth.
La densidad muscular también se veía diferente, pero si Astaroth tuviera que adivinar, Geminae se veía más definido que él, aunque algo menos corpulento. Como una versión perfecta de él, pero con unas grandes alas blancas.
—Esta es mi mente. ¿No puedo entrar en ella cuando quiera? —respondió Astarot, arqueando una ceja.
Geminae suspiró levemente, moviendo la cabeza de izquierda a derecha.
