Las llamas de Phoenix pasaron lentamente de naranja a azul al verter algo de maná purificado en ellas, el cual había estado condensando durante un tiempo. Todavía no podía usar Éter, pero su técnica de refinamiento era impecable.
Astaroth ya había sacado a Luna, Blanco y Morfeo. Desafortunadamente, no pudo sacar a Geminae por alguna razón.
Pero eso no importaba por ahora. Tenía otras cosas que podía utilizar.
—Descenso al Infierno, Primer Nivel; ¡Levántate Avernus! —gritó, extendiendo su mano.
Poco después, Astaroth estalló en llamas negras nuevamente, como la última vez que lo usó. Sin embargo, esta vez sabía lo que estaba sucediendo y vio el portal desgarrándose y abriéndose.
Observó cómo cada uno de los ocho demonios salía casualmente del portal infernal, comenzando a observar su entorno. Cuando Paimón salió, el portal se cerró detrás de ella, e inmediatamente se giró hacia Astaroth y Phoenix en el aire.
