De pie frente a él, luciendo como Slenderman directamente del infierno, un demonio alto, delgado y negro con un rostro sin rasgos, excepto por su boca ampliamente abierta, atacaba sin cesar el escudo que él sostenía.
Las garras del demonio chisporroteaban al contacto con la energía divina del escudo, pero parecía no importarle.
Silente lo miraba, horrorizado, mientras recordaba haber visto una película de terror con un monstruo parecido a este. Había tenido terror a la oscuridad durante años después de aquella película.
Pero tenía que reaccionar, ya que su barra de maná ya estaba parpadeando en rojo.
—¡Mierda! No quería usar esta habilidad tan temprano en la pelea. No tengo elección, sin embargo... —se quejó, llevando su mano al pecho.
Deslizó su mano contra el símbolo sagrado que colgaba de su pecho, que se iluminó en amarillo brillante antes de estallar en tonos rojos y naranjas.
—Habilidad Legado: Heraldo de Solaris —cantó mientras una llamarada solar estallaba desde él.
