Astaroth no tuvo mucho tiempo para reflexionar sobre su insistencia, ya que un grito lo devolvió a las circunstancias actuales.
—¡Ay! ¿Qué hace esta abominación de persona en nuestra morada? —gritó una mujer desde un balcón sobre el lado este del patio.
Bajando volando desde el balcón, y aterrizando en el suelo junto al hombre llamado Elias, la joven mujer, con rasgos similares, despreció a Rodney.
Su túnica ajustada parecía ser una talla demasiado pequeña para ella, ya que algunos bultos eran visibles a través de la tela. Y para colmo, su rostro redondeado parecía como si pudiera moderar el pastel y hacer ejercicio.
—Hermana Mariah. Qué desagradable sorpresa. Esperaba no cruzarme contigo tampoco. Parece que mi suerte está empeorando hoy... —dijo Rodney, con una mueca de disgusto en su rostro.
Sudaba por dentro, los recuerdos de estos dos torturándolo sin cesar venían a su mente, pero por fuera, se mantenía fuerte.
