Astaroth se detuvo frente a la mujer sonriente y la miró de arriba abajo.
—Bonito equipo —dijo, despreocupadamente.
—Gracias, líder del gremio. Es el mejor equipo que el dinero puede comprar.
Astaroth sonrió con suficiencia. Eso era exactamente lo que él pensaba.
—¿Te abriste paso en el inicio de este juego comprando tu ascenso? ¿O tienes habilidades? —preguntó, claramente sin impresionarse.
Fénix se rió para sí misma desde lejos.
Como jugadora profesional, había visto su tipo antes. Subiendo en la escalera a base de dinero.
Pero cuando llegaba la hora de luchar contra personas talentosas, siempre se quedaban cortos, incluso si su equipo era mejor. El dinero nunca superaría la habilidad.
La joven parecía ofendida por el comentario y ya estaba agarrando su maza con fuerza.
—Tengo habilidad, señor. Y puedo demostrarlo.
La sonrisa de Astaroth se amplió.
—Bien. Demuéstralo, ahora mismo.
La mujer pareció confundida por un momento, esperando que él le dijera cómo demostrarlo.