A medida que el demonio aparecía a su lado, ya estaba realizando algunos movimientos con las manos y con ello, intercambiaba en el espacio a Astaroth y a Fénix.
Al cambiar de lugar, Astaroth ya había equipado su Escudo de Cortezaferro y sacado el Ad Astra, en forma de espada corta, listo para recibir el golpe en lugar de ella.
Con su escudo ya levantado ante él, se sintió como si un tren bala acabara de golpearlo, y la fuerza detrás del golpe estaba toda contenida en un solo punto en su escudo, donde la punta de la espada de Titania lo empujaba hacia atrás.
Ella detuvo su avance cuando notó al diferente objetivo frente a ella y chasqueó la lengua molesta.
—Trataré contigo después. Espera tu turno —sus palabras fueron escupidas con cierto desdén. Casi como si Astaroth no fuera digno de su tiempo, mientras ella no quisiera dárselo.