Dentro de esa simulación, Rodney sudaba como si le lloviera. La trampa que acababa de activarse había caído tan cerca del palanquín que, unos pies a su izquierda, y se lo habría tragado entero.
Eso habría sido un fracaso instantáneo.
Incluso con sus sentidos completamente alerta, no había sentido la trampa hasta unos segundos antes de que se activara. Esto no le dejó tiempo para advertir a sus soldados.
Pero Rodney sabía que aún no había terminado sus problemas. Unos momentos antes de que se activara la trampa, había sentido la intensa mirada de un enemigo poderoso sobre él.
El tiempo de la trampa no le permitió prestar atención a la dirección de donde venía, y esto le ponía nervioso.
—¿De dónde demonios vino? ¿Cuántos hay? ¿Qué son? ¿Qué atacarán primero? —preguntas ardían en su mente, a las que no tenía respuestas.