Fénix sabía que no había espacio para esquivar. Y tampoco sería capaz de lanzar un cortafuegos lo suficientemente fuerte para resistir el ataque. Lo sentía.
Así que se encerró en llamas, esperando tener suficiente tiempo para acumular un poco de Éter. Iba a mostrar un nuevo movimiento en el que estaba trabajando.
Fénix respiró rápidamente el fuego circundante, separando las partículas de maná de él y condensándolo lo mejor que pudo.
En poco tiempo, los carámbanos comenzaron a golpear su capullo de llama, que rápidamente se debilitaba. Para cuando había absorbido suficiente Éter para hacer lo que quería, el capullo había desaparecido.
Había comenzado a recibir daño de todas las agujas, y su salud disminuía. Pero logró salvarse a tiempo.
—Piromancia de Combate: Armadura de Llama —murmuró Fénix.