—Se dirigió a Belicia con estas palabras mientras entraba por la puerta sin siquiera tocar.
—El jefe te espera —dijo él.
Ella entró sin dudarlo, lo que sugería que su comportamiento no la había tomado por sorpresa.
Tan pronto como Belicia pasó por la puerta, fue recibida por una habitación que daba la impresión de ser un laboratorio. En esta habitación, que era bastante grande, ni siquiera había una ventana que ver; la única iluminación provenía de las extrañas piedras luminiscentes blancas pegadas en el techo.
Había una gran cantidad de pergaminos desechados, herramientas de elaboración y partes de monstruos dispersas. Incluso había visto lo que parecían ser varios cuerpos humanos cubiertos sobre las mesas que estaban en el laboratorio. La vista que se encontró ante sus ojos la hizo fruncir el ceño, y justo entonces, se hizo consciente de una voz que llamó su atención.