Actualmente, Abadón y Seras estaban acostados juntos, uno al lado del otro, en el campo de hierba roja. Sus rostros estaban girados hacia el cielo, pero sus ojos estaban cerrados y parecían estar descansando. Courtney aún dormía en el pecho de Abadón, y él se aseguraba de mantener su temperatura corporal constante y cálida para que ella pudiera descansar cómodamente mientras la mecía. Mientras tanto, las colas de Abadón y Seras estaban entrelazadas en un gesto íntimo mientras dejaban que la suave brisa pasara sobre sus cuerpos y escuchaban el correr de la cascada.
—Este lugar es bastante hermoso, mi amor. No creo haber visto nunca algo así antes —dijo Seras con calidez.
Abadón sonrió mientras continuaba meciendo a Courtney a un ritmo constante.
—Creo… que algún día este será el lugar al que me retire. De la misma forma que los creadores tienen el árbol de la vida, quiero descansar aquí después de que todo haya terminado —comentó.