—...Esto es realmente estúpido.
—Ya te dije que sería difícil, ¿no, cariño?
—¡No tan estúpido!
Actualmente, Abadón y Gabrielle estaban en uno de los planetas abandonados tomados de Yaldabaoth.
En medio de un gran campo vacío, el dios dragón estaba encerrado en una pequeña caja translúcida de magia espacial irrompible.
Gabrielle estaba parada segura fuera de ella, luciendo el ceño fruncido más malvado y adorable que su padre había visto jamás.
—Sé que a menudo te digo que no debes hacer algo, pero esto es realmente algo que no debes hacer —ella reafirmó.
—¡Pero piensa en las posibles ganancias!
—Piensa en borrarte a ti mismo y dejar a todas mis madres como viudas.
Ante esto, Abadón se volvió un poco más serio.
Se arrodilló dentro de la barrera y colocó su mano contra la pared.
Su hija imitó este gesto, y colocó su manita sobre la suya.