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Después de que millones de soldados bebieron la sangre de Abadón, era el momento de comenzar.
Cerrando los ojos y sentándose en el suelo, se concentró en todas las nuevas conexiones que podía sentir empezando a formarse, y comenzó a moldear cada una.
—¿Qué está haciendo? —preguntó Yara.
—Ah, padre no puede simplemente darles su sangre para que puedan transformarse como cuando se convirtieron en demonios. Para convertirse en un dragón verdadero se requiere la alteración del alma misma —explicó Gabrielle.
—¿No será eso difícil? ¿Puede hacerlo? —preguntó ella con curiosidad.
Esta vez, Thea respondió.
Señaló a la mujer de cabello verde que nadie había visto antes, y observaron con los ojos muy abiertos cómo milagrosamente le crecían un par de cuernos verdes en la cabeza.
—Estos son un poco pesados, así que normalmente prefiero ocultarlos... Supongo que este nuevo cuerpo me llevará más tiempo acostumbrarme —dijo Sabine con un suspiro.