—No entiendo... ¿Por qué todos están tan obsesionados con ese mocoso mío? Obviamente mi apariencia es superior. —murmuró indignado.
—No lo son —replicó Eris/Discordia.
—Huelo mejor que él también —insistió.
—No lo haces —negó Eris/Discordia.
—...También soy más atlético que él —añadió con algo de esperanza.
—Sé realista —le aconsejó Eris/Discordia.
El antiguo señor demonio apretó los dientes mientras miraba fijamente a las dos mujeres. —¡Bah! ¡De todos modos, ambas están sesgadas! ¡Una de ustedes está acostándose con él y la otra está intentándolo! —exclamó con enojo.
—¡Maldita sea, sí que lo estoy
*¡Zas!*
—¡Au! ¡Maldita ladrona de nombres! —gritó.
Eris ignoró las palabras hirientes de Discordia mientras encontraba la mirada de Asmodeo con su usual cálida sonrisa. —Mis palabras son verdaderas, pero también un poco sesgadas, sí. Después de todo, ¿está mal que una esposa piense que su esposo es el mejor en todo? —comentó.