Valerie colocó su mano en el suelo y sonrió ansiosa.
Usando su divinidad suprema sobre la tierra, erosionó un hoyo perfecto en el suelo de unos quince pies de ancho.
Sin embargo, el hoyo llegó hasta la corteza misma de la isla, hasta que perforó una enorme cámara subterránea.
Finalmente, Valerie vio un único y enorme ojo reptiliano que la miraba a través del hueco creado en la tierra.
—Ahí está mi bebé... Mami necesita que intentes romper esto y salir, ¿de acuerdo?
Como respuesta, escuchó un gruñido profundo y gutural que sonaba exactamente como si proviniera de un ser conocido como el padre de todos los monstruos.
Pero Valerie y el resto de sus esposas estaban... un poco inafectadas por tales cosas.
—Qué tierno... ya te pareces a tu padre más de lo que crees, cariño.
En el siguiente instante, la isla entera comenzó a temblar como si estuviera sufriendo un terremoto feroz.
Valerie observó a Tifón luchar ferozmente mientras se retorcía bajo tierra.