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Tardó un tiempo antes de que Imani mostrara algunas señales de poder procesar todo lo que estaba ocurriendo.
El niño al que ella cuidó como si fuera su propio hijo no solo había vuelto, sino que había crecido, estaba casado ¡y podía verla en su escondite!
Su cabeza comenzó a doler, y simplemente se lanzó alrededor de ambos para que la sostuvieran y ella pudiera abrazarlos.
Les besó a ambos en la mejilla con fuerza, aparentemente ajena a cualquier tipo de límites personales.
Finalmente, los liberó y mantuvo suficiente claridad para abordar el asunto más urgente primero.
—¿C-Cómo pudiste verme...? ¡¿Qué pasó con la linda grasa de tu cara?! —dijo ella.
—...Hago mucho ejercicio por la noche —respondió él.
—¡Chu! ¿Qué le pasó a la dulce boca de mi joven niño, eh? —preguntó Imani.
Imani retrajo sus exageradamente largas garras y empezó a tirar de las mejillas de Carter como si fueran de goma.
A un lado, Lisa sentía que sus ojos se abrían un poco más.