—Nexo de la Creación, El Árbol de la Vida.
Una mujer vestida con un suave velo azul meditaba en silencio al pie de un enorme y antiguo árbol dorado.
Ella estaba tarareando una hermosa melodía de una tribu que hace tiempo se había perdido en las arenas del tiempo.
La mujer cesó de repente su meditación y una voz hipnotizadora se pudo escuchar.
—Qué niño tan astuto eres Samael. —Contrariamente a las palabras de la mujer, no estaba molesta, de hecho parecía la personificación de la dulzura.
Sin embargo, la mujer se alarmó ligeramente cuando se dio cuenta de que había un alma en su mundo cuyo destino ya no podía ver.
Aunque todavía podía verlo, era un poco como ver una película y ya no podía ver el camino que sus acciones tomarían.
—Esto... es nuevo. —Se preguntaba hasta dónde llegaría este niño y la huella que dejaría en su mundo.
Sabía que no era un niño malicioso, sino uno roto.
—¿Debería empezar a prestarle más atención?